Evolución de la dispensa de antimicrobianos: Comparativo enero a octubre 2017 y 2018

El mal uso de antibióticos es un tema que genera preocupación a nivel mundial y es uno de los puntos débiles en cuanto a salud pública. La OMS alerta desde hace tiempo acerca de la resistencia de algunas bacterias a los antibióticos y establece protocolos de uso de los diferentes grupos de medicamentos. Y también procura concientizar sobre su buen uso para evitar que de acá a algunos años, no queden antibióticos efectivos para dolencias que ahora parecen menores.

Es un problema de todos, por lo cual tanto los profesionales de la salud, como los pacientes deben colaborar en el buen uso de los antimicrobianos.

Hay una legislación vigente desde 1969 que establece que tanto los psicotrópicos como los antibióticos deben venderse bajo receta archivada. La Resolución 3835/69 (modificada luego por Resolución 378/70) del entonces Ministerio de Bienestar Social, estableció que los medicamentos cuyos ingredientes farmacéuticos activos (IFAs) tuvieran actividad antibiótica de uso sistémico deberán ser dispensados de acuerdo a su condición de inscripción con Venta Bajo Receta Archivada a partir del 1 de enero de 1970. Ambas se encuentran aún vigentes.

La resistencia a los antibióticos constituye uno de los problemas de salud pública más graves y preocupantes en el mundo debido a que representa un riesgo sanitario global en la medida que provoca que las bacterias se hagan resistentes a los antibióticos generando un enorme costo para el paciente y para el sistema de atención sanitaria.

Pese a que el desarrollo de la resistencia es un fenómeno natural que surge de la utilización de los antibióticos, existe una asociación directa con su mayor consumo.

¿Qué pasó en Argentina en los diez primeros meses del año?

Se realiza una comparación de los 10 primeros meses del año 2017 y 2018, de las dispensas de antimicrobianos según su grupo terapéutico, siendo en orden los más utilizados las penicilinas de amplio espectro (J01C), los macrólidos (J01F), las fluoroquinolonas (J01M) y las cefalosporinas (J01D). Le siguen a continuación la asociación Trimetoprima/sulfametoxazol (TMP/SMX) (J01E) , los antimicóticos de uso sistémico (J02A) y las penicilinas de medio y reducido espectro (J01H), según el gráfico siguiente (Gráfico y cuadro Nº1).

Cuadro Nº1

El grupo terapéutico más dispensado es el de las Penicilinas de amplio espectro, pero su prescripción descendió un -7,55%, lo cual representa 957.949 unidades menos.

Gráfico Nº1. Datos IQVIA. Producción propia.

El resto de los grupos terapéuticos evidencian también bajas en el número de unidades dispensadas, siendo los macrólidos los que presentan el mayor porcentaje de baja alcanzando un  -12,97%, que traducido a unidades representa  610.134 unidades menos.

El único grupo que aumentó la venta es el de las penicilinas de medio y reducido espectro, de las cuales se dispensaron 25.641 unidades más, es decir un incremento del 2,64% comparado con el mismo período del año anterior.

En los primeros 10 meses del año 2018 se produce una retracción del 7,84% en el consumo total de antibióticos, lo que representa 2.151.790 unidades menos, considerando todos los grupos farmacológicos.

La pregunta es si esta merma se debe al uso racional de antibióticos, o solo acompaña a la baja evidenciada en el mercado de los medicamentos debido a la crisis económica del país.

Gráfico Nº2. Datos IQVIA. Producción propia.

El mercado de medicamentos éticos durante el período considerado, es decir los primeros 10 meses de cada año, también sufrió una baja en unidades que llegó al -4,39%, pasando de 621.394.500 a 594.072.231, es decir 27.322.269 unidades menos.

A nivel oficial y bajo el lema “El cambio no puede esperar porque nuestro tiempo con antibióticos se está acabando” se llevó a cabo el 12 de  noviembre de 2018 el lanzamiento de la “Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antibióticos 2018”.

Se coincidió en la necesidad de una ESTRATEGIA MULTISECTORIAL  para  mejorar  el  uso  de  antibióticos, en el marco de “UNA SALUD” que involucre la salud humana, tanto de la  comunidad como hospitalaria, la salud animal, ya sea en la producción agroalimentaria como en los animales domésticos, y el Medio Ambiente, para determinar su rol como reservorio y vector de la diseminación de la Resistencia Antimicrobiana.